La pandemia por Covid-19, tanto en el contexto global como local, está modificando nuestra manera de vivir. Es una situación para la cual no tenemos aprendizajes previos. Por lo mismo, hay una serie de riesgos a los que estamos expuestos como sociedad. Riesgos que, como adult@s y por extensión nuestras familias, podemos o no, estar experimentando al interior de nuestros hogares.
Qué es un riesgo?
Un riesgo se entiende como la posibilidad de que algo, que puede causar daño, suceda o no suceda. Entonces, si yo asumo determinadas conductas de riesgo, puedo dañarme y dañar a mi familia y cercanos. Lo positivo, es que cada un@ de nosotr@s, tiene la posibilidad y capacidad para tomar las decisiones correctas, y así, evitar esas conductas. Sin embargo, si ya tengo un comportamiento riesgoso, debo buscar ayuda.
¿Por qué l@s adult@s estamos expuestos a tener conductas de riesgo en nuestros hogares?
Las características del encierro en casa, los cambios en las rutinas del hogar, la amenaza o realidad del desempleo o el temor a contagiarse, entre otras razones, hacen que l@s adult@s estemos sometid@s a una serie de exigencias, que nos pueden llevar a asumir conductas de riesgo. Si no estamos atent@s, esos comportamientos pueden dañar, por ejemplo, el tejido afectivo de nuestras familias.
El riesgo del deterioro en las relaciones familiares
Uno de los riesgos, que puede originarse por el confinamiento de la familia en casa (niñ@s que no van a la escuela, adult@s que no pueden salir a trabajar,…) es el deterioro en las relaciones familiares, especialmente en lo referente a la comunicación y al trato: gritos, insultos, descalificaciones…
Las actuales circunstancias, exigen un mayor esfuerzo a las familias para generar un ambiente de buen trato. En consecuencia, cuidar el tono en el que hablamos a nuestr@s hij@s, tratarlos con respeto y amorosamente, es muy necesario; se sentirán acogidos y respetados. El aprendizaje que ell@s obtienen, si como adult@s nos tratamos con respeto y afecto, es una enseñanza de vida y para toda la vida.
Si no logramos instalar un ambiente de buen trato familiar, y aparecen los gritos o insultos, tras esa violencia verbal, puede asomar la violencia física. Ambos tipos de violencia, con todo el daño psicológico que involucra, no debe ser tolerada.
No debemos permitir que se normalice la violencia, debemos rechazarla. Buscar ayuda si soy agredido o agredida, tanto si soy mujer, niñ@, adolescente, hombre, adulto mayor o persona con movilidad reducida… Si soy testigo de violencia hacia niñas o niños u otra persona, también tengo una responsabilidad comunitaria.
Si me reconozco como un golpeador de mujeres, por ejemplo, o golpeadora de niñ@s, también debo buscar ayuda. El profesor(a) jefe de un hijo, alguna persona de la Junta de Vecinos, pueden ayudar. En las redes de apoyo está el Fono Familia de Carabineros 149, también el 1455 del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. Son teléfonos que las 24 horas y todos los días del año están atendiendo.
Hay que buscar ayuda; tanto si se es agresor o agresora, agredido o agredida o si se es testigo de hechos de violencia.
El riesgo del consumo de alcohol u otras sustancias
Otro de los riesgos, está asociado al consumo de alcohol o de otras sustancias. Este consumo, que en ocasiones, antes se realizaba fuera del hogar, ahora, con las familias en confinamiento y muchas veces en hacinamiento, se realiza al interior de la casa. Debemos estar muy atent@s, y ser conscientes que el consumo de alcohol u otras sustancias, entre otros efectos, genera inseguridad en nuestr@s hij@s. Sabemos que una figura adulta protectora y que brinde seguridad es muy importante; especialmente ahora, cuando el ambiente general es de incertidumbre.
Debemos buscar ayuda en personas de la Escuela, como un profesor o profesora; en redes de apoyo, por ejemplo, en Senda Previene, o en el Programa Habilidades para la Vida (HPV) de Junaeb u otra red. Lo anterior, tanto si soy consumidor(a) o si vivo con una persona que consume. El Fono Drogas y Alcohol 1412, atiende con orientación profesional, las 24 horas del día, los 365 días del año.
El riesgo de ir quedando aislad@ de las redes de apoyo
A nivel de redes de apoyo institucionales (escuela, empresa, Estado…), la pandemia obliga a las familias a un distanciamiento social que puede provocar mayor dificultad de acceso a redes y recursos de apoyo por diferentes razones: por no disponer de un computador o internet, por no saber usar la tecnología que permite acceder a los distintos servicios y, también, por desconocimiento de los requisitos y procedimientos para acceder a los beneficios que, por ejemplo, se están implementando desde el Estado.
Por ello, debemos activarnos en la búsqueda de soluciones. El “distanciamiento social” no significa que las personas nos aislamos, sino que nos relacionamos de una manera diferente. Generalmente, hay alguien de la familia, del vecindario o de las amistades que puede ayudarnos para aprender lo básico que nos permita acceder a un servicio público determinado, descargar un documento de alguna plataforma de internet, etc… Podremos salir de esta cuarentena con más de alguna herramienta tecnológica aprendida. Cada día es una oportunidad para aprender algo nuevo, y si me resisto a la tecnología, igual puedo pedir ayuda a alguna persona para hacer trámites que pueden ir en mi beneficio y el de mi familia.
Lo mismo a nivel de redes de apoyo personales, familiares y de amistades. El “distanciamiento social” no significa que las personas nos aislamos, sino que nos relacionamos de una manera diferente. No perdamos el contacto cotidiano con familiares, amistades y vecindario. Busquemos apoyo y demos apoyo; conversemos.
La Escuela como herramienta frente a los riesgos
La Escuela es, probablemente, la conexión más importante que tienen las familias con la sociedad. En el contexto actual, el acceso que tienen l@s apoderad@s de nuestra escuela para comunicarse con la profesora o profesor jefe de sus hijas e hijos, en orden decreciente, es por WhatApps, por teléfono, por correo electrónico y a través de la plataforma Classroom.
L@s adult@s de la casa, que estén manifestando conductas riesgosas para sí mismos y sus familias, pueden ser escuchad@s por l@s docentes y asistentes de la educación, y ell@s, a su vez, acogerán y canalizarán esas inquietudes hacia el Equipo de Convivencia Escolar de la Escuela; dicho Equipo escuchará y orientará a la persona y, de ser necesario, la contactará con las redes de apoyo institucionales correspondientes.
Reconocer que mantenemos conductas riesgosas y buscar ayuda, es el inicio de un proceso de crecimiento, personal y familiar, necesario y humanizador.
En la gran mayoría de las familias hay uno o más estudiantes. Si la familia tiene integrantes con conductas riesgosas, la escuela y los que laboramos en ella, estamos disponibles para ser un apoyo en la búsqueda de soluciones a esas situaciones. Una familia que busca ayuda, que mejora, que tiene buen trato, permite que nuestr@s estudiantes se desarrollen en ambientes protegidos, estimulantes y afectuosos.